Cuando los militantes son azotados con el látigo de la traición

Aquellos que afirman haber recuperado la razón y que, de repente, han descubierto el valor de la “Tamaghrabit”, insisten con una descarada arrogancia intelectual en calificar al movimiento amazigh de extremista y radical. Incluso sus discursos dejan entrever que este movimiento es «¡traidor a la patria!» ¿Traidor por qué? Simplemente porque cortó el cordón umbilical con el Mashreq árabe y restauró la conexión natural y orgánica de Marruecos con sus raíces históricas y civilizacionales, con su tierra, sus lenguas, su diversidad y su profundidad africana.
Lo que debe decirse con claridad y sin titubeos es que Tamaghrabit no es otra cosa que Tamazight, no solo como lengua, sino como sistema cultural, de valores e identidad extendida en el tiempo y el espacio. Tamazight es el alma profunda de Marruecos, la base desde la cual han nacido todas las formas de pluralidad, apertura e interacción con el otro. Y cuando decimos que Tamaghrabit es Tamazight, no estamos excluyendo a nadie, sino devolviendo las cosas a su justo lugar y valorando la raíz en lugar de vender apariencias.
En sus debates y en sus intervenciones mediáticas, algunos hoy intentan hacerse los listos, combinando una supuesta conciencia nacional renovada con una nostalgia emocional por una cultura arabista importada, la misma que intentó, durante décadas, borrar la identidad de los marroquíes y suprimir su diversidad. ¿Y después de todo eso, se atreven a llamarnos a nosotros, hijos de esta tierra, extremistas?
¿Cómo puede acusarse de traición a un movimiento que luchó por establecer la soberanía cultural, por lograr igualdad, dignidad y justicia? ¿Porque rechazamos la dependencia? ¿Porque no nos definimos a través del Mashreq? ¿Porque creemos que las relaciones de Marruecos deben ser equilibradas con todos los países del mundo, y no subordinadas a referencias ideológicas orientales?
La Tamaghrabit que algunos celebran hoy no puede ser auténtica si no reconoce que la amazighidad con sus dimensiones históricas, lingüísticas y simbólicas es su núcleo y su fundamento ético y político.
Y si Abdelaziz Hnaoui, Abdelhaq Snibi o Abdelkhalek Klab han decidido y se les agradece reconocer hoy lo que negaban ayer (los dos primeros en un debate en el canal de YouTube Touil Talks, y el tercero en el programa Bila Loughat Khachab con Ramdani en Med Radio), entonces les digo: bienvenidos al Marruecos real. Pero dejen de demonizar a quienes llegaron antes. Dejen de acusar de traición a quienes les allanaron el camino para que hoy puedan hablar libremente de la Tamaghrabit.
No es aceptable que adopten las ideas y referencias del movimiento amazigh y al mismo tiempo lo acusen de traición. Eso es querer cosechar los frutos sin reconocer el sudor y la sangre que regaron los árboles.
El movimiento amazigh no es un movimiento extremista. Es un movimiento marroquí auténtico que eligió situarse en el corazón de la nación, no en sus márgenes. Y si eso incomoda a algunos, que revisen sus lealtades, no sus acusaciones.
Por Amina Bencheikh