Argelia

El Ejército argelino declara la guerra al raï

La música raï, antaño símbolo de la expresión popular en Argelia, se ha convertido hoy en blanco de una represión política sin precedentes. Bajo el pretexto de “atentar contra la unidad nacional” y “promover la inmoralidad”, varias figuras destacadas del género han sido detenidas.

El 16 de abril de 2025, Cheb Hindi fue arrestado en Orán por una antigua canción considerada “subversiva”. El tema, publicado en 2021 y eliminado desde entonces de su canal oficial de YouTube, se titula Choufou Wahran Ki Wellat (“Mirad en qué se ha convertido Orán”). En ella canta: “Mirad Orán ahora: la mitad ha huido, la otra mitad está muerta; una ola se fue, otra llegó; Orán se ha vuelto un teatro, una vergüenza”. Enlace a la canción aquí.

Unas semanas antes, Cheb H’bib Mimoun fue condenado a cuatro años de prisión, acusado de incitación al suicidio y de promover “ideas peligrosas” por la letra de su último éxito Konti projet taʿ l’avenir (“Eras un proyecto de futuro”), que roza los cuatro millones de visualizaciones en YouTube. En la canción declara: “Me suicidaré, acabaré mal, soy capaz, lo haré sin vergüenza; me volveré loco, me volveré anormal”. Las autoridades lo interpretaron como una incitación directa a la autodestrucción.

Cheb Kimo, artista abiertamente provocador y de estética queer —maquillaje intenso y voz lánguida—, se halla en prisión preventiva.

La arremetida no se limita a los cantantes. La influencer Dounia Staïfia fue sentenciada a cinco años de cárcel y privada de sus derechos civiles, tachada de “instigadora del vicio” por supuestamente promover el “colapso moral del país”. Otras creadoras de contenido, como Chiraz y Chirine, célebres por su estilo de vida ostentoso de inspiración dubaití-libanesa, también están en el punto de mira, vistas como símbolos de decadencia importada.

El tatuador Moh El Oucham (“Moh el Tatoueur”) permanece en detención preventiva en Argel acusado de difundir “vicio y ateísmo” en redes sociales. Se le imputan delitos que van desde el ultraje a un organismo del Estado hasta la publicación de imágenes indecentes y la amenaza.

Ni siquiera la leyenda viviente del raï, Cheb Khaled, se ha librado. En octubre de 2024 fue inculpado formalmente por espionaje a favor de Marruecos. El tribunal de Bir Mourad Raïs lo acusa de transmitir supuestos secretos de defensa a las autoridades marroquíes. El periodista Abdou Semmar trató de replantear el caso, vinculándolo a las fotos encontradas en un registro de la casa de la familia Bennacer, sugiriendo que la conexión de Khaled con Boualem y Toufik Bennacer, hijos del difunto general Larbi Bennacer, era el verdadero motivo. Pero la razón más profunda parece ser la negativa de Khaled a adoptar la retórica antimarroquí exigida por los medios de comunicación estatales argelinos, una negativa percibida como traición.

Detrás de esta ofensiva se perfila un régimen incapaz de tolerar la disidencia. El raï, cantado en dialecto argelino y cargado de memoria social irreverente, desafia el relato oficial militar.

Otros artistas perseguidos en los últimos años:

  • Djamila Bentouis, liberada el 26 de diciembre de 2024 tras cumplir parte de su pena por la canción “El régimen militar debe caer”. Enlace de YouTube aquí para escuchar la canción.
  • El poeta Mohamed Tadjadit, condenado a cinco años de prisión en enero de 2025 por difundir la etiqueta “No estoy satisfecho” contra el poder.
  • El caricaturista Abdelhamid Amine (Nime), encarcelado en 2019 por caricaturizar a altos dignatarios y exiliado luego en Francia.
  • El dibujante Ghilas Aïnouche, sentenciado a diez años de cárcel en 2022 por “ofender al presidente”.

Esta nueva inquisición cultural evoca los años más oscuros de la guerra civil, cuando asesinaron a cantantes como Cheb Hasni y Matoub Lounès. Hoy el régimen revive hábitos viejos: criminalizar la voz del pueblo. El raï podrá estar prohibido en las emisoras, pero su espíritu sigue siendo un acto de resistencia.

Abderrahmane Fares.

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