Jannah Theme License is not validated, Go to the theme options page to validate the license, You need a single license for each domain name.
Marruecos

El “saco de arroz” de Nasser Bourita: una bofetada fulminante a la diplomacia vacía

«Aquellos que comercian con eslóganes y dicen apoyar al pueblo palestino sin ofrecerle ni siquiera un saco de arroz.»
Esta frase del ministro de Asuntos Exteriores de Marruecos, Nasser Bourita, pronunciada el 20 de mayo de 2025 en Rabat durante la reunión de la Alianza Mundial para la Solución de los Dos Estados, fue como un latigazo en los pasillos acolchados de la diplomacia árabe. Una expresión breve pero con una fuerza simbólica contundente. El «saco de arroz» se convierte aquí en el símbolo de una hipocresía política convertida en sistema: la de los regímenes que se envuelven en la bandera de la causa palestina, pero cuyos compromisos se limitan a posturas verbales sin contenido ni impacto real.

No se menciona el primer régimen señalado. Pero no hace falta ser un experto para adivinarlo. Ya saben a quién me refiero…

Cuando la palabra sustituye a la acción

Esta advertencia no cayó en saco roto. Apunta, sin nombrarlos, a los campeones de la retórica militante que, detrás de lemas vacíos, esconden su impotencia o su doble discurso. Argelia es el ejemplo perfecto. Régimen de palabras altisonantes y puños en alto, Argel lleva décadas repitiendo letanías vacías a favor de Palestina, mientras se abstiene de cualquier contribución significativa, concreta o duradera.

En cada cumbre, en cada tribuna, el discurso es el mismo: enfático, combativo, dogmático. En la última reunión de la Liga Árabe celebrada en Argel, Abdelmadjid Tebboune quiso sonar profético: “El expediente palestino, déjenmelo a mí, yo me encargo.” Un arranque lírico que, confrontado con los hechos, suena tan vacío como un tambor hueco. ¿Qué proyectos estructurales ha iniciado Argelia en los territorios palestinos? ¿Qué ayudas tangibles ha proporcionado? Nada, o casi nada. La solidaridad argelina se queda en el micrófono. No cruza el Mediterráneo, ni llega a los pasillos de las organizaciones internacionales donde se toman las decisiones diplomáticas y humanitarias reales.

El pragmatismo frente a la ideología congelada

Frente a esta gesticulación estéril, Marruecos avanza con pasos firmes, en una lógica de resultados y realismo diplomático. Su copresidencia de la Alianza Mundial para la Solución de los Dos Estados, junto a los Países Bajos, demuestra su voluntad de superar posturas binarias y construir puentes incluso en contextos muy tensos. Al conciliar la normalización con Israel y un apoyo claro y constante a Palestina, Rabat demuestra que es posible escapar del infantilismo maniqueo en el que algunos se encierran voluntariamente.

Mientras otros prefieren indignarse, Marruecos actúa: ayuda humanitaria directa, becas de estudio, proyectos de salud y educación en Cisjordania y Gaza, coordinación con organismos de la ONU. Lejos de la agitación verbal, el Reino opta por una diplomacia de fondo, fiel a su tradición real de equilibrio, moderación y compromiso.

La diplomacia real frente a la diplomacia del discurso

El surgimiento de nuevas configuraciones geopolíticas en el mundo árabe exige una redefinición de las estrategias diplomáticas. En este nuevo tablero, la diplomacia performativa —de discursos ruidosos y posturas ideológicas rígidas— ya no tiene cabida. Ahora son las iniciativas concretas, las mediaciones eficaces y las alianzas audaces las que dan forma a la realidad.

Las palabras de Bourita, pese a su aparente sencillez, contienen una crítica devastadora: desenmascaran la falta de autenticidad de los regímenes que se proclaman defensores de la causa palestina mientras la utilizan como moneda política. Es un llamado a la decencia y a la coherencia en un mundo árabe donde la verborrea no alimenta pueblos ni esperanza de paz.

Conclusión: La verdad sobre el terreno

En un momento en que Oriente Medio busca nuevas fórmulas, Marruecos establece un hito clave: un compromiso creíble, equilibrado y responsable. El “saco de arroz” al que aludió Bourita no es solo una crítica punzante; es una metáfora clara de lo que debería ser una solidaridad sincera. Una solidaridad que no se limita a banderas y consignas, sino que se materializa en actos, gestos y una diplomacia real.

Y en esta arena, los grandes oradores están cada vez más expuestos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba