El colapso del régimen de Bashar al-Assad: un impacto para Argelia y su ejército ante la realidad del cambio
En las primeras horas del domingo 8 de diciembre de 2024, el régimen de Bashar al-Assad, símbolo de represión y terror durante décadas, se derrumbó bajo la fuerza imparable de la historia. Este colapso causó un gran impacto en Argelia, donde el régimen militar, uno de los principales aliados de Damasco en la región, enfrenta una nueva realidad que amenaza su propia supervivencia.
La caída del régimen de Assad significa más que el fin de un gobierno autoritario. Representa el colapso de un pilar fundamental que proporcionaba apoyo ideológico y logístico al régimen argelino. Durante décadas, las relaciones entre Argel y Damasco se basaron en intereses compartidos: mantenerse en el poder por la fuerza, reprimir la oposición interna y explotar cínicamente las demandas populares.
Hoy, con la desaparición de este aliado estratégico, el régimen argelino se encuentra cada vez más aislado a nivel internacional, enfrentando crecientes críticas por su mala gestión económica y una creciente ira popular que amenaza su estabilidad.
Desde hace años, Argelia está sumida en crisis multidimensionales. La corrupción endémica, el colapso económico y la represión severa de las voces disidentes han hecho que el régimen sea incapaz de satisfacer las necesidades básicas de su pueblo.
En medio de estas crisis, el régimen intenta desviar la atención con discursos populistas y narrativas antioccidentales. Sin embargo, la realidad es dura: el régimen militar argelino está fallando en todos los frentes, y la caída de Assad solo resalta aún más sus debilidades.
El pueblo argelino, al observar los acontecimientos en Siria, ve un eco de su propia lucha por la libertad y la dignidad. La juventud argelina, motor de los movimientos de protesta, encuentra una inspiración renovada en la caída de Assad para continuar su lucha contra la opresión.
A pesar de la brutal represión sufrida por el Hirak en 2019, el espíritu de resistencia sigue vivo. La caída de Assad renueva la esperanza y da un nuevo impulso a la oposición argelina en su búsqueda por poner fin a décadas de dominación militar.
El régimen militar argelino está en una encrucijada histórica. Puede aferrarse a su poder en decadencia a toda costa, pero los vientos de cambio, tanto regionales como internacionales, anuncian una transformación inevitable.
La caída de Assad envía un mensaje claro: los regímenes autoritarios, por brutales que sean, no pueden escapar para siempre a la voluntad de los pueblos. El pueblo argelino, ansioso de libertad y justicia, merece un futuro libre del dominio militar.
lemediterraneen24