El final del proyecto argelino de 1992

Por: Talmsani Ali

En Argelia, el 22 de febrero de 2019, estalló una revolución popular nacional debido a la acumulación de bloqueos políticos desde 1999, la pérdida de la identidad económica y los cálculos catastróficos del régimen militar. Esta revolución se caracterizó por un deseo genuino de poner fin a un sistema de gobierno que había perdido toda legitimidad. Como era de esperar, las autoridades intentaron sofocar la revolución y mantener el statu quo a través de la represión, recurriendo a métodos de estilo soviético para silenciar la disidencia con medidas temporales y superficiales, ignorando las demandas del pueblo, apoyándose en un vasto aparato de seguridad creado por los servicios de inteligencia, sin ninguna estrategia más allá de prevenir cualquier respuesta natural a la situación deteriorada.

Lo que las autoridades no previeron fueron las transformaciones geopolíticas. En el frente árabe, la falta de conciencia y su incapacidad para comprender estos cambios llevaron al aislamiento de Argelia y a un golpe en la cuestión del Sáhara Occidental. Esto se manifestó cuando la Liga Árabe se negó a mencionar el tema, apoyando a Marruecos bajo el pretexto de que se trataba de un conflicto regional y no de una cuestión de principios. Esto eliminó efectivamente la influencia diplomática de Argelia en el mundo árabe.

En otro giro, los países del Sahel experimentaron cambios de régimen con la ayuda de Rusia, lo que socavó la dominación franco-argelina en la región. Esto privó a Argelia de su profundidad africana. Como resultado, Argelia perdió su influencia política en el exterior, agravando aún más su situación interna ya frágil. Las autoridades argelinas intentaron encontrar una solución política uniéndose a los BRICS, que forman la mayor alianza internacional de la historia moderna. Los estudios sugieren que los BRICS podrían liderar un nuevo sistema internacional, alterando las dinámicas establecidas tras la Segunda Guerra Mundial y la caída de la Unión Soviética.

Sin embargo, los BRICS rechazaron la solicitud de Argelia dos veces, un golpe duro para el régimen argelino. Este fracaso se agravó aún más con el rechazo de Rusia a las políticas argelinas, dejando a Argelia políticamente aislada y al borde del colapso en materia de seguridad. Durante décadas, Rusia había sido la aliada estratégica y defensiva de Argelia.

El golpe que realmente desestabilizó al régimen argelino vino cuando la Unión Europea, y especialmente Francia, decidió romper sus lazos con Argelia en favor de una asociación estratégica con Marruecos. Esta ruptura cortó definitivamente el último vínculo entre Francia y Argelia. Esta decisión sumió a Argelia en una situación de inseguridad e inestabilidad, especialmente porque Marruecos está en proceso de resolver la cuestión del Sáhara Occidental a su favor, poniendo fin de manera irreversible a las relaciones argelino-francesas.

En el frente interno, las autoridades argelinas respondieron con una represión aún mayor, tanto de los medios de comunicación como del público, mientras creaban una fachada de estabilidad con desfiles militares destinados a calmar a una población cada vez más tensa. Todo el mundo sabe que el poder militar argelino carece de significado frente al colapso económico y la ausencia de alianzas geopolíticas, con una creciente oposición interna al régimen.

La única batalla que están librando las autoridades argelinas es contra su propio fracaso para establecer un equilibrio político, económico y geopolítico que permita que el país crezca y se estabilice. Argelia se encamina hacia 2025 sin una identidad política clara, ya sea a nivel árabe, africano o mundial. Sin la causa del Sáhara Occidental ni de Palestina, y sin ninguna señal de salida de su crisis.

El régimen argelino, que se basa en una oligarquía militar, sigue produciendo sistemas corruptos en los sectores de la educación, la administración, la salud, el comercio y el turismo, ignorando las crecientes crisis de la juventud, el desempleo y la escasez de vivienda. Argelia avanza hacia un modelo dictatorial para enfrentar los desafíos del siglo XXI.

Frente a estas realidades, los observadores ven a Argelia entrar en el último cuarto de siglo, enfrentándose a problemas modernos con armas rusas obsoletas, lo que plantea interrogantes sobre la racionalidad de quienes están al mando en el país.

Tras este análisis, se puede concluir que Argelia está en un estado de «desorden», como lo mencionó el ex primer ministro Mouloud Hamrouche. Después de más de treinta años de descomposición social y política, parece que el régimen argelino ha llegado a su fin. La caída de los precios del petróleo y el gas, el deterioro del frente interno y el empeoramiento de las relaciones exteriores, especialmente con la llegada de gobiernos de derecha en la mayoría de los países occidentales, indican una fase crítica.

Los siguientes escenarios parecen realistas para Argelia:

  1. Golpe militar: Una explosión interna dentro de la institución militar debido a las presiones y las condiciones actuales.
  2. Levantamiento popular: Una revolución incontrolable que logra satisfacer plenamente las demandas del pueblo.
  3. Exportación de la crisis hacia el exterior: Involucrar a Argelia en un conflicto externo de carácter militar.

La supervivencia del régimen argelino en estas condiciones sería una anomalía histórica nunca antes vista.

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