Estados Unidos rechaza la designación del MAK como «terrorista» y condena las manipulaciones del régimen argelino
En un mundo donde los gobiernos se esfuerzan por ganar credibilidad, el régimen militar argelino continúa destacándose por su patética insistencia en calificar al Movimiento por la Autodeterminación de Cabilia (MAK) como “terrorista”. Pero la farsa está llegando a su fin: Estados Unidos acaba de lanzar un golpe contundente, denunciando esta etiqueta como una pura invención política sin fundamento alguno.
El MAK, chivo expiatorio de un régimen fracasado:
Durante años, el MAK, un movimiento pacífico que aboga por los derechos de los cabileños, ha soportado ataques verbales y represivos de un régimen en crisis. Acusado de todos los males imaginables, desde conspiraciones internacionales hasta amenazas existenciales para la seguridad nacional, el MAK se ha convertido en el objetivo perfecto para una junta incapaz de enfrentar sus propios fracasos.
Argelia, en su paranoia institucionalizada, ve conspiraciones en cada rincón. Y cuando no encuentra pruebas, las inventa. ¿El resultado? Una designación arbitraria del MAK como organización terrorista en 2021, reafirmada en 2023, sin proporcionar una sola prueba tangible.
Washington aclara las cosas:
En su informe anual sobre terrorismo, el Departamento de Estado de EE.UU. emitió un veredicto contundente: las acusaciones hechas por Argel contra el MAK son puramente políticas. Ninguna de las actividades del movimiento se ajusta a la definición internacional de terrorismo. En otras palabras, la designación del MAK por la junta argelina es pura ficción, no realidad.
Este rechazo de Washington deja al descubierto la torpe estrategia de Argel: usar el espantapájaros del terrorismo para silenciar a los disidentes y ocultar su incapacidad para manejar una oposición pacífica. Una táctica desgastada que ya no engaña a nadie, ni a nivel nacional ni internacional.
El régimen argelino: Arquitecto de su propio ridículo
El verdadero problema de la junta argelina no es el MAK, sino su crónica incapacidad para satisfacer las aspiraciones de su pueblo. Ante una economía en declive, una corrupción endémica y un sistema político agotado, el régimen prefiere desviar la atención inventando enemigos imaginarios.
Pero este teatro del absurdo tiene un costo: una pérdida total de credibilidad en la escena internacional. Los socios extranjeros, comenzando por EE.UU., no se dejan engañar por las maniobras de Argel. Al calificar a un movimiento pacífico de terrorista, la junta argelina solo revela su desesperación y su miedo pánico a cualquier desafío.
La resiliencia audaz del MAK:
Irónicamente, las acusaciones argelinas solo han amplificado la visibilidad del MAK. Al intentar demonizarlo, el régimen ha puesto el foco en la cuestión cabileña, atrayendo la atención internacional. Cabilia, orgullosa e indomable, se ha convertido en un símbolo de resistencia pacífica contra un régimen opresivo.
Una junta en descomposición:
La junta argelina, tras gritar “¡Lobo! ¡Lobo!” repetidamente, se ha atrapado en su propia retórica. Cada acusación infundada contra el MAK erosiona aún más su legitimidad. Con represión, censura y mentiras, Argel se dirige hacia su propia caída, víctima de sus propias contradicciones.
La verdad es simple y dura para la junta: las ideas no se combaten con armas, mucho menos con mentiras. El MAK continúa defendiendo pacíficamente sus aspiraciones, mientras el régimen argelino se hunde en el ridículo. Washington ha hablado, y el mundo escucha. Argel, en cambio, permanece sola con sus ilusiones.