Las relaciones franco-argelinas al borde del colapso: un país en crisis

El fracaso en calentar las relaciones entre Argelia y Francia no ha hecho más que apretar el nudo que rodea el cuello de un régimen masoquista que encuentra placer en ser azotado por todos lados sin buscar un solo momento de respiro.
Con la desaparición de su instrumento de desestabilización en la región norteafricana, el Polisario, en el horizonte, y obligado a aceptar la mediación estadounidense para aclarar las causas de su inexplicable crisis con su vecino marroquí, el régimen de Argel se encuentra diplomáticamente rodeado y aislado en la escena internacional. Atravesando una tensión sin precedentes con Francia y atrayendo las iras de su vecino del sur, Mali, que no duda en presentar una denuncia ante el Consejo de Seguridad de la ONU por agresión, ignorada por los Estados del Golfo Pérsico, todos del lado marroquí, rechazada por Rusia, el aliado estratégico tradicional, el régimen argelino prosigue su carrera a toda velocidad sin pensar, ni un solo momento, en corregir su rumbo o detenerse a reflexionar sobre lo que le sucede.
Atrapados en una aguda crisis de conspiración de la que nunca se recuperarán, los inquilinos de El-Mouradia (sede de la Presidencia de la República) y Tagarins (sede del Ministerio de Defensa Nacional) no encontraron otra cosa que hacer que llamar a la movilización general. Estamos en medio de un delirio inquietante. Entre el precio de las ovejas del Eid que se importarán y la cosecha de aceitunas, tema del orden del día de su reunión del domingo 20 de abril, el Consejo de Ministros presidido por Abdelmadjid Tebboune aprobó el proyecto de ley relativo a la movilización general que tiene por objeto «definir las disposiciones relativas a las modalidades de organización, preparación y ejecución de la movilización general, previstas en el artículo 99 de la Constitución».
Y como para confirmar este ambiente febril y de pánico, en el seno del régimen se organizó una reunión del Alto Consejo de Seguridad para anunciar la movilización general de una población con la que está enfrentada desde la llegada del tándem Tebboune/Chengriha al mando del país. ¿Cómo nos atrevemos a pensar en movilizar a una población despreciada, reprimida, hambrienta, robada y privada de los fundamentos de la libertad? Ésta es la población a la que Tebboune se niega a reunirse, y cuando lo hace, bajo presión, lo hace bajo la protección de un enjambre de guardaespaldas armados hasta los dientes y apoyados por helicópteros en el cielo y tanques en tierra. Si los dirigentes argelinos pretenden imponer el estado de emergencia paralizando toda protesta u oposición política mediante la movilización general, esto ya lo han hecho hace mucho tiempo. No hace falta ninguna ley para silenciar bocas que ya han sido cosidas.
Si se pretende tomar represalias contra Washington, que ha anunciado su intención de poner fin a la política beligerante de Argel en la región del norte de África, debemos reconocer que los tiempos han cambiado y que Argelia ya no es el Estado respetable y formidable que era. Este llamamiento a la movilización general pretende más bien un consumo local, para desviar la atención de la población de la escasez interminable de productos de primera necesidad y de las malas condiciones de vida que asfixian a un pueblo que vive sobre una mancha de petróleo y con el estómago vacío.
Este pueblo ya no cree en ilusiones ni en falsas promesas, la última de las cuales es el aumento del impuesto turístico a 750 euros, cuando durante varias décadas fue de 90 euros. Un aumento pospuesto indefinidamente debido a la última caída de los precios del petróleo. Y pensar que nuestro vecino sin petróleo, Marruecos, ha aumentado su franquicia turística de 7.000 a 10.000 euros en los dos últimos años. Túnez, sumido en una crisis económica desde hace varios años, mantiene esta asignación en 4.000 euros y Mauritania en 7.000 euros. Sólo los argelinos, del país rico en petróleo, gas, fosfato, hierro, manganeso, etc., son considerados los parientes pobres de todas las poblaciones del Magreb con sus miserables 90 euros al año. De lo contrario, pueden simplemente recurrir al lavado de dinero legalizado por las autoridades sin necesidad de factura. En Argelia todo es tácito, incluido el tráfico abierto de divisas y el blanqueo de dinero. Eso es normal, dirás.
En un país donde todo es falso, desde los resultados de las elecciones artificiales hasta esta conferencia organizada en Argel para denunciar informaciones falsas. Una conferencia denominada «el taller regional de la Oficina de Enlace del Norte de África del Comité de Servicios de Inteligencia y Seguridad de África (CISSA)». Un Norte de África del que Marruecos forma parte integrante pero que los organizadores ignoran de forma espléndida, como también lo hacen el francés, segunda lengua utilizada en la región, en favor del inglés, que la mayoría de los participantes no hablan más que entre dientes, en el mejor de los casos. Pero ¿no es ese también el espíritu guerrero que está resurgiendo? ¡Rencor cuando nos abrazas!
Hichem ABOUD